Hay que ser muy perspicaz para detectar una de las 158 especies de ranas de cristal: tienen el tamaño de una uña, son activas sólo por la noche y son especies arborícolas, es decir, que viven en los árboles.
Con sus grandes ojos saltones, estos adorables anfibios (para los amantes de las ranas, al menos) han sido comparados con la Rana Rene. Pero no todo es diversión y juegos para estos dobles de Plaza Sésamo.
Endémicas de América Latina, Las ranas de cristal, están amenazadas por la pérdida generalizada de su hábitat, el cambio climático, el hongo quítrido y la fuerte presión del comercio internacional de mascotas. Más de la mitad de las especies de ranas de cristal están ahora en peligro de extinción y un desolador 71% de las especies evaluadas están disminuyendo en la naturaleza.
Este año, 184 Partes de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, o CITES, tendrán la oportunidad de adoptar regulaciones sobre el comercio de diversas especies, entre ellas las ranas de cristal. Si se aprueba, la propuesta de incluir las ranas de cristal en el Apéndice II sería un primer paso importante para detener el comercio insostenible de estas ranas.
Sin embargo, avanzar en los tratados internacionales no suele ser fácil y los países latinoamericanos y sus aliados que apoyan la propuesta de las ranas de cristal, incluido Estados Unidos, tienen motivos para preocuparse de que no se apruebe.
La Unión Europea, un gran importador de ranas de cristal para el comercio de mascotas y un poderoso bloque de votos en la CITES, presenta la mayor amenaza a la propuesta al ignorar la idea de que deben tomarse medidas cautelares y expresar su escepticismo de que las ranas de cristal cumplan técnicamente los criterios de inclusión en el Apéndice II, a pesar de su bien documentado declive, así como de las pruebas de que se comercializan ilegalmente a nivel internacional. La inclusión en el Apéndice II es para especies que podrían estar en peligro de extinción si no se regula estrictamente su comercio.
Sería una tragedia para estas ranas y para los países que apoyan la propuesta muchos de los cuales son el hogar de las ranas de cristal si no se aprueba.
Costa Rica, en colaboración con muchos otros países, biólogos y expertos en políticas, ha trabajado durante años para ponerla sobre la mesa, reconociendo tanto la importancia de las ranas de cristal como de la naturaleza.
La Unión Europea no debe negar a los países biodiversos el derecho a proteger su flora y fauna únicas y su propio futuro en nombre de objeciones técnicas injustificadas. Hacerlo sería ignorar el enfoque de precaución incluido en los criterios de inclusión de la CITES, así como en el Tratado de Funcionamiento de la UE.
Al fin y al cabo, la biodiversidad beneficia a todos los aspectos de nuestra vida; está ligada a los alimentos que comemos, a la salud de nuestra economía e incluso a nuestro bienestar corporal. Teniendo esto en cuenta, no es radical decir que todos los países deberían hacer más para detener la pérdida de biodiversidad, dentro de sus fronteras y en todo el mundo.
Mientras comienza la cuenta atrás hacia Noviembre, cuando se inicie la 19ª Conferencia de las Partes de la CITES, seguiremos trabajando y apoyando a países como Costa Rica, que piden ayuda al mundo para regular el comercio internacional de especies amenazadas. También seguiremos pidiendo a los países de todo el mundo que apoyen la propuesta de las ranas de cristal, así como las relacionadas con las rayas de agua dulce, los tiburones y muchas otras, que están siendo promovidas por los países biodiversos del mundo a favor de la protección de uno de los recursos más importantes del mundo: la biodiversidad.
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